Confort y Bienestar en el CLIMA de los establecimientos

Nunca antes había sido tan importante y fundamental para salvaguardar el confort y el bienestar de las personas, controlar las condiciones ambientales de temperatura y humedad en edificios y establecimientos.

Por lo tanto, no solamente es esencial monitorizar las condiciones del aire dentro de edificios, sino también analizarlas y generar indicadores que informen de la calidad ambiental. Esto permitirá maximizar el confort y la salud de las personas en el interior de edificios.

Cuando hablamos de calidad del aire, ¿cuáles son las condiciones óptimas de confort? ¿Por qué se consideran ideales?

Las condiciones ideales para la salubridad y el confort se ven afectadas principalmente por la humedad relativa, que es deseable mantener entre índices del 40% y el 70%. Preservar estas condiciones óptimas aporta por un lado, un confort térmico para la comodidad y el bienestar de las personas, y por otro, un confort sanitario, en el cual no sólo el sistema inmune está protegido sino que afecta de manera negativa a la transmisión de virus y bacterias, haciendo de ese espacio un lugar más seguro.

¿Qué es el confort térmico y el confort sanitario?

Confort térmico

El confort térmico se basa en la transferencia de calor entre la piel del cuerpo humano y el ambiente, teniendo en cuenta el metabolismo, la ropa, etc. Estas condiciones de comodidad y bienestar vienen definidas por unos rangos de temperatura y humedad relativa para el confort de las personas fijados en diversos estándares,  regulaciones y estudios  nacionales e internacionales, se mueven en los siguientes rangos:

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(*) En función de si es periodo de calefacción o de aire acondicionado del local

(**)Es deseable estar por debajo del 60%, aunque el 70% es un límite de confort aceptable y probable en zonas costeras.

Confort sanitario

Las condiciones ambientales de temperatura y humedad se relacionan directamente con la salubridad. Una calidad óptima del aire dificulta la propagación de contagios a través de las vías respiratorias de las personas.

En efecto, la humedad relativa se ha advertido como un factor que afecta a la infectividad e impacto de la transmisibilidad de bacterias y virus. Las enfermedades víricas transmitidas por el aire (como el virus de la gripe), decrecen notoriamente para humedades relativas superiores al 40%, mientras que es mayor en ambientes secos o  muy secos.

Tres de las principales razones que definen una humedad óptima entre valores del 40% y el 70%

  1. El sistema de filtro del cuerpo humano deja de funcionar óptimamente cuando el ambiente es muy seco, ya que reduce las mucosidades rigidizándolas, impidiendo que la primera barrera inmunológica actúe correctamente.
  1. La sequedad del ambiente produce una reducción de micro-gotas emitidas en los aerosoles de las personas (al estornudar o al hablar, por ejemplo). Dichas micro-gotas pueden transportan virus y bacterias que, al evaporarse más rápidamente, pueden permanecer más tiempo en el ambiente, facilitando el contagio a otra persona.
  1. La gran mayoría virus y bacterias presentan una fuerte resistencia y han incrementado la viabilidad en condiciones de baja humedad relativa.

Las condiciones de temperatura y humedad relativa del aire ambiente dentro de edificios tienen un gran impacto en la salubridad ambiental y, sobre todo, en el confort térmico y el bienestar de las personas. Monitorizar estas condiciones junto con indicadores de calidad del ambiente permite conocer si éste es adecuado, lo que es fundamental tanto para la toma de decisiones sobre las mejoras a realizar en los equipos de climatización como para convertir el espacio en un lugar seguro.